“La sexualidad es inherente al ser humano, sólo sus manifestaciones cambian a lo largo de nuestra
vida en función de la etapa vital en que nos encontremos y de nuestras vivencias. Así, queramos o
no, los estamos educando desde el principio, aunque la mayoría no sepamos lo que se supone que
experimentan los y las peques ni cómo acompañarlos.” Anna Salvia Rivera
Crecer con
nuestra
sexualidad
La sexualidad infantil es
una de las puertas a través
de la que el niño desarrolla
su personalidad y sus
relaciones con la
afectividad. La sexualidad
es un aspecto natural en los
seres humanos, una
función de la persona
como comer, caminar,
leer, estudiar, etc. Y como
tal, debe ser un tema
tratado con naturalidad,
honestidad, cariño, y debe
tener su propio espacio
dentro del proceso
educativo del niño.
El niño utiliza su sexualidad, no sólo
como fuente de placer, sino que también
como fuente de conocimiento. Es un
medio para comprender el mundo, para
divertirse, para relacionarse, para
conocerse a sí mismo y conocer a los
demás.
De ahí que sea fundamental que los
padres conozcan qué comportamiento
esperar en sus niños.
Las etapas de desarrollo del niño son muy
diversas, pero se puede decir a grandes
rasgos que antes de los cinco años las
conductas relacionadas con la sexualidad
son el mamar, el chupar, el querer percibir
todo con la boca, bailar, abrazarse, tener
objetos de textura suave, e
inconscientemente manejan cierto placer
con la actividad de higiene y limpieza a la
que son sometidos comúnmente por la
madre.
En consecuencia, es esperable que mientras duerme el niño se toquen los genitales mientras
duermen, o que incluso los exploren con curiosidad y risas. Además, con recurrencia el niño
buscará las mamas de su madre o de otras mujeres porque ha comprendido que esa zona le
produce placer... le da comida.
De los cuatro años en adelante, el niño tendrá mayor
curiosidad por las zonas genitales y buscará comparase a sí mismo con otros niños e incluso con adultos. Es en este momento
que se inician las preguntas difíciles como ¿por qué yo no tengo lo
mismo que papá o mi hermano, o ¿por qué tus pechos son grades
y los de papá no?, por mencionar algunos ejemplos.
Como en este momento el género del niño no está definido
(pues el género no sólo depende del condicionamiento
biológico que indica que se es hombre o mujer), será
común que adopten conductas femeninas y masculinas
indistintamente. Esto no es de preocuparse, ni es un serio
indicador de confusión en el niño, sino que todos lo
vivimos en alguna etapa del desarrollo, y luego es
superada.
Después de los seis años, el niño comenzará una
actitud más activa, entrará en contacto con otros niños o niñas, y es posible
que se den juegos urogenitales, imitación de posturas sexuales, y además
estarán en su etapa anal, pues el niño descubrió casi al nacer que la excreción
de las heces le producía placer.
Un dato que hay que tener en cuenta es que el impulso sexual
en esta etapa de la infancia va unido al impulso epistemofílico, es
decir, a la búsqueda por el conocimiento, por aprender cosas nuevas. Así
pues el desarrollo sexual infantil es paralelo al desarrollo cognitivo
(intelectual). Si se reprime uno afecto al otro, (E.Reichert, Infancia la edad
sagrada).
En resumen, unido al desarrollo de la
sexualidad infantil, en este periodo de 3 a 6 años también maduran otras
aptitudes en el niño y la niña y todas son importantes para su bueno
desarrollo:
- la búsqueda por el conocimiento,
- la iniciativa,
- la espontaneidad,
- la creatividad,
- la inventiva,
- la capacidad de disfrutar del placer.
Además en este periodo, como investigó Erikson y que Evânia
Reichert expone claramente en su libro Infancia, la edad sagrada, se desarrolla en el niño una preciosa virtud, la iniciativa. Una
iniciativa que es fruto de la fuerte curiosidad que nace a esta edad.
Esta curiosidad por el propio cuerpo es grande y va unidad a
otras curiosidades y posibilidades de expansión y de placer. Un placer que no
se puede entender como el placer sexual adulto, centrado en el orgasmo o
en lo erótico-genital. Si no que es un placer que abarca un ámbito general.
El
placer
En esta etapa de la infancia, descubrir el placer que proporciona
el propio cuerpo va unido a permitirse disfrutar del placer en todos los
ámbitos de la vida: placer por comer algo gustoso, placer de jugar con los
amigos, placer de divertirse, placer de amar a los padres, placer de
recibir amor.
Es decir, el placer de
disfrutar de las cosas que nos da la vida.
¡Enhorabuena Carla! Te felicito por tu blog, ¡me ha encantado, en todos los sentidos! Agradezco tu valiosa aportación para iluminar un tema que sigue siendo tabú, el de la sexualidad natural en los niños. ¡Cuán importante es que los adultos y los niños puedan conversar de una forma natural y sensible sobre algo tan natural!
ResponderEliminar¡El cuento El Tesoro de Lilith me parece genial!
Tu blog me sugiere e invita a re-conectar con el placer del cuerpo, de la vida! ¡Un abrazo muy grande!